18 septiembre 2007

Back in town

Familiares y amigos, ya estoy de vuelta. Bueno, de hecho, estoy de vuelta desde hace ya tres semanas, pero no acabo de acostumbrarme a la idea de que el verano se esfuma y me quedan por delante nueve meses para que vuelva. Las vacaciones, bien, gracias. En cuanto pueda, subo fotos para compartir con vosotros mi semanita en Lanzarote. Espectacular, me ha enamorado. Pero muy corto. ¿Por qué el tiempo pasa siempre tan deprisa cuando somos felices?

Hoy me he levantado como el tiempo. Gris, oscuro, triste... No dejo de preguntarme desde hace un tiempo si estoy llevando realmente la vida que quiero llevar. Y no porque no sea feliz, que lo soy. Tengo cerquita a mis amigos, a mi familia... Tengo, por fin, un lugar en el que cobijarme del mundo cuando me asfixia. Tengo la suerte de trabajar de lo que realmente me gusta. Y tengo a Ricard, que es lo que más quiero del mundo. Pero siento como si, últimamente, me estuviese consumiendo la rutina, como si hubiese dado un portazo definitivo a todos esos sueños y proyectos que uno se crea desde joven para entrar en esa espiral de la que no se sale nunca, y eso me consume. La armonía es un equilibro de ying y yang, pero me siento como si los tuviera descompensados, o luchando por ver quien se impone finalmente. Por eso me siento feliz y triste a la vez (Jodido y radiante, como dijo el maestro Benedetti). Cada vez me cuesta mas salir cada dia de trabajar a las 7 de la tarde, ver sólo grúas en el horizonte, llegar a casa con el tiempo justo de cenar, ver la tele, dormir... Mi trabajo me gusta y me aburre a la vez. Cada semana es diferente pero igual a la anterior. Es tan contradictorio todo que logra sacarme de quicio.

Me gustaria probar cosas nuevas, dar un giro a mi vida. Sé que no existen las vidas a medida, pero no sé si la que me cubre ahora se me está haciendo pequeña. Me aprieta, no me deja casi respirar. Me gustaría, necesito, tener aquí a la Puerka, a Ali,... Echo de menos a gente que ni siquiera lo sabe, y a quienes ya no tengo el valor de llamar. Echo de menos a Dolceta, a Jana, a Kristy... No entiendo por qué soy tan estúpido de crear murallas cuando las cosas no me acaban de ir bien. O sí... Quiero creer que no son para defenderme a mí, sino para defender a los demás de mí... para que la onda expansiva de la tristeza no salpique de metralla a la gente a la que quiero.


A veces me encantaria vivir en una ciudad pequeñita, donde el tiempo pase más lento y la gente dedicase parte de sus días a vivir, simplemente. Me gustaría vivir en Salzburgo, en Burdeos, en Göteborg... dedicarme a dar clases de castellano, tener tiempo libre para ir al mercado a disfrutar de los olores y colores, mezclarme con la gente, cocinar, sentarme en el césped de un parque a leer, aprender,... disfrutar de las pequeñas cosas en las que aquí ni reparamos porque el ritmo frenético de la vida nos va engullendo.

No acompaña ni la radio. Con motivo de la salida de su nuevo disco, en Cadena Cien (creo) han recordado una de las canciones míticas de Ismael Serrano. "Quiero volar lejos de aquí, escapar. Dime, mi bien, ¿Quién me llorará si me dan alas y echo a volar? Quiero dormir, no quiero despertar. Quiero ser la lluvia al otro lado del cristal... quizás alguien me espere en la oscuridad...". Me daban ganas de girar 180º en la siguiente rotonda y poner rumbo a ninguna parte.

Lo dicho. Hoy me he levantado como el día. Si algún salzburgués (¿?), burdeosino (¿?) o gotemburguense (¿?) se entera de alguna vacante en la escuela de idiomas de su ciudad, que avise.

Now playing...: Refugiándome en el "Llença't" de LAX'N'BUSTO, gritando mentalmente la letra, intentando inyectarme moral,... aunque sin conseguirlo.